Capitan del Espacio by Leinster Murray

Capitan del Espacio by Leinster Murray

autor:Leinster, Murray [Leinster, Murray]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia Ficción
editor: Vertice
publicado: 1966-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Algunos siglos antes, cierto capitán Trent sirvió de cebo para atraer a un pirata fuera de la ley adonde estaba ampliamente protegido por los cañones de la fortaleza. Remolcó un improvisado pecio de lona detrás de su navío. Su nave parecía torpe y poco manejable. Así el bucanero salió para efectuar una fácil captura. Durante la pelea en uno de los océanos de la Tierra, en el momento propicio adecuado, Trent cortó la cuerda del remolque y simultáneamente descubrió cañones de calibre más pesado y mayor alcance de lo que se imaginaba el corsario. También reveló que el antiguo navío de troncos y de poca singladura podía no sólo luchar sino vencer al navío pirata que le había atacado. En consecuencia, la bandera del corsario fue prontamente arriada. Y aquel capitán Trent colocó a los tripulantes del corsario en sus lanchas con agua y comida y él y su presa se alejaron por el horizonte, mientras las maldiciones de los burlados corsarios trataban inútilmente de alcanzarle.

Pero el capitán Trent del «Yarrow» no podía esperar un término feliz para su asunto. De momento, la situación era una simple deflexión de cierta aguja que se movía un poco del cero en el dial que le estaba asignado. No tenía artillería más pesada que el otro navío. Es más, carecía totalmente de artillería. Aún todavía más, no tenía los barriles de pólvora del otro barco. El «Yarrow» no estaba construido para luchar y para huir. Y su unidad de superimpulsión carecía de la potencia por tonelada de navío y masa de carga que poseería indudablemente el navío corsario. En superimpulsión, la nave pirata podría indudablemente hacer volar el equipo generador de campo del «Yarrow» sin ninguna dificultad en absoluto.

Pero sin embargo esto era acción, después de doscientas y pico de horas de inactividad. Cualquier clase de acontecimientos serían bienvenidos.

Trent vigiló el dial del detector. El otro navío podía irrumpir. Y si así fuese, si en vez de ser un corsario resultara ser un comerciante honesto haciendo experimentos en saltos espaciales porque también su detector le daba lecturas positivas, la cosa cambiaría. Si no era así...

No lo era.

No fue así. La fuerza de la señal aumentaba rápidamente en el dial. El otro navío se acercaba al «Yarrow». Según todos los datos, las perspectivas eran de una efectiva aproximación hasta una cercanía fatal, a pesar de cuantos zig zags y quiebres el «Yarrow» pudiese intentar. La lectura del dial era mayor aún. Trent cambió de curso. La lectura continuó mostrando una firme aproximación del otro navío invisible. Había cambiado de rumbo en su persecución. La aguja del dial se acercó a la banda roja que significaba un peligrosa proximidad de las dos naves. Cuando la aguja tocó el borde de la zona roja, o bien una de las dos superimpulsiones igualmente conjuntadas estallaría. Pero había una marca negra en algún lugar del rojo. Si llegaba la aguja a tal marca, la superimpulsión del «Yarrow» volaría. Era preciso.

Trent habló con sequedad por el micrófono que tenía ante sí.



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